Las soluciones sostenibles juegan a favor del medioambiente e implican un ahorro importante para cualquier bolsillo.

La electricidad se ha encarecido más de un 80 % en la última década y todo apunta a que su precio seguirá subiendo. Por otro lado, es innegable que el clima está cambiando y resulta difícil prever cuáles serán las temperaturas en los próximos años y las consecuencias que acarreará para las viviendas.

En consecuencia, invertir en soluciones de arquitectura sostenible supone hacerlo en mayor calidad para la casa. Dichas soluciones son hoy en día más asequibles de lo que se pudiera pensar y, además, implican un importante ahorro de cara al futuro, por no mencionar la consecución de espacios saludables.

 

1. Protecciones solares y diseño bioclimático

Un buen diseño bioclimático produce un ahorro importan te en la factura eléctrica y de gas gracias a la orientación correcta de las estancias y aperturas de la casa. Esto garantiza un aprovechamiento de la luz y energía solar, y protección de los vientos dominantes, adaptando las distintas fachadas al clima en las diferentes estaciones. Elementos como protecciones solares, tapices vegetales, árboles y albercas ayudan a ahorrar energía y deben concebirse como parte integral de la arquitectura de una vivienda.

 

2. Carpinterías con rotura de puente térmico (RPT)

La carpintería RPT debe ser un elemento indispensable en una vivienda pasiva o de consumo casi nulo. La trampa de este tipo de carpinterías es que deben ir siempre acompañadas de una correcta ventilación y aislamiento térmico.

Especialmente en invierno, y en estancias como dormitorios o salas de estar donde pasamos la mayor parte del tiempo, nada peor que combinar hermeticidad con paredes frías, humedad y altos índices de CO2: esta es una de las causas más frecuentes de contaminación microbiológica en edificios rehabilitados. Cambiar o instalar ventanas eficientes siempre debe ir acompañado de una mejora del aislamiento en muros de fachada y medianerías y un sistema de ventilación o buenos hábitos de ventilación natural.

 

3. Aislamiento exterior o SATE

El origen de la mayor parte de los problemas de falta de confort está en un aislamiento térmico insuficiente. Calefactar de forma exagerada el interior no es eficiente. Fundamentalmente, tiene como consecuencia un gasto excesivo en electricidad y combustibles. Y no solo sale muy caro, sino que tampoco es saludable porque incrementa el gradiente de temperatura hacia las paredes frías y los puentes térmicos que tanto perjudican nuestra salud. La solución más efectiva es invertir en una construcción bien aislada o, en el caso de rehabilitación, añadir una capa continua de aislamiento por el exterior del edificio. Existen existen múltiples opciones en el mercado más o menos ecológicas y duraderas.

 

4. Ventilación natural y mecánica con recuperación de calor

Una de las principales causas de mala calidad del aire interior de las viviendas es que ventilamos poco, especialmente en invierno. El aire de nuestras casas alcanza índices de humedad y contaminación, sobre todo de CO2, que de forma continuada pueden perjudicar seriamente nuestra salud.

Actualmente, la mejor solución en este sentido es ventilar a través de una red de conductos con un intercambiador que recupera la temperatura del aire sucio que sale del edificio y se la da al aire exterior entrante reduciendo así el gasto que supone calentarlo o enfriarlo. Esto permite, además, filtrar el aire, evitando la entrada de alérgenos y partículas contaminantes en suspensión. Abrir las ventanas y balcones debe ser un gesto para disfrutar del buen tiempo y del exterior cuando nos apetece, y no algo obligatorio del día a día.

 

5. Autoproducción eléctrica

La tendencia actual en construcción sostenible está en acercar la fuente de producción de energía fotovoltaica a todos los barrios y los edificios de viviendas. Ser autosuficiente energéticamente implica un gran ahorro de energía y no depender de evolución alcista (mencionada en la entradilla de este artículo) del mercado de la energía. A gran escala, además, contribuimos en la creación de las ciudades del futuro: limpias, eficientes y saludables, además de eliminar suministros de combustibles fósiles, gas e incluso biomasa, que en su combustión ensucian la atmósfera, afectando no sólo a la capa de ozono, sino a la calidad del aire que respiramos en nuestro entorno.